Esta es una miniserie, sin un orden planeado, de mis escritos durante mi viaje a la India este pasado octubre/noviembre. Todo es transcrito directo de mi diario personal a este medio digital. Les estoy compartiendo algo que vale oro para mí y que también es personal. Les agradezco su apertura y su empatía. Espero que esto, más que cambiarles su manera de pensar o ver las cosas, les abra la mente a cuestionar más sobre su alrededor.
Esta entrada está escrita en texto normal y en texto en itálicas. Lo itálico son pensamientos internos, hacia mí, y el resto son pensamientos como si los estuviera compartiendo con alguien.
Y ahora comienza:
31/10/24
… Qué fuerte como una acción puede causar tanto daño a otra persona. A pesar de perdonar a los demás o no (por qué sin perdonar te atoras), está duro.
No nos damos cuenta como en un segundo cambian las cosas, o mejor decir, como en un segundo podemos cambiar las cosas. Y aplica para el bien o para mal.
Creo que es un crecimiento necesario y muy importante darnos cuenta de que nuestras acciones pesan. Debemos de ser muy responsables con nuestros pensamientos. Responsables en lo que alimente nuestra cabeza y corazón, porque al final, actuamos por medio de lo que pensamos. Actions are loud. En ese momento no había efecto de esas acciones.
La India me ha abierto los ojos y el corazón. Me ha enseñado que la vida es simple. Lo simple me hace feliz. Hacer las cosas con intención y con todo el corazón. Estoy consciente, y he aprendido que no hay que seguir al corazón— that’s childish b.s.— pero, ya que se toma la decisión inteligente, de un proyecto, un hobby, una relación, una compra, hacerlo con todo el corazón.
Me ha hecho sentir mucha impotencia la India. Quisiera poder compartir mis sentimientos con los demás. Amor. Asombro. El no poder creer lo que veo, ni siento. Es mucho.
Aprecio mi vida.
Aprecio mi privilegio.
Aprecio mi fuerza.
Aprecio mi mente tan capaz.
Aprecio tener los pies en la tierra.
Aprecio poder ver tanta maravilla.
Aprecio cada uno de mis sentimientos, buenos y difíciles.
Aprecio la humanidad.
Aprecio a las personas a mi alrededor.
Aprecio tener la capacidad de ver lo poco importante que es el físico, al entrar tan profundo en el interior.
Aprecio el cansancio que siento.
Aprecio tener esperanza.
Aprecio no saber que voy a hacer.
Aprecio esta etapa.
Dharamshala me encanto. Una energía muy hermosa. Aquí (India) la gente es buena porque en cada esquina hay frases bonitas, dioses, dibujos abundantes o señales de su religión. Lo que ves y piensas atraes.
Visitamos templos, centros de meditación, mercados y la casa de His Holiness, the 14th Dalai Lama. Increíble que estuve tan cerca de él.
Muy bonitas las montañas, el hotel cool. Todo tiene significado e intención. To live intentionally. Dharamshala parecia china. La gente, la arquitectura y los colores. Muy diferente a Delhi y Rishikesh. Aquí es como Tibet. Aprendí mucho sobre Tíbet y como los chinos los invadieron en 1950. Qué coraje me da. Desempoderaron a las personas de Tibet y hasta hoy en día no los dejan irse del país. China se adueñó de sus tierras, su comida, su moneda, gobierno. Todo.
Entonces un gran porcentaje (de los tibetanos) se mudó de China a Dharamshala. Por eso hay tanta influencia china/asiática, más que indu. Muy increíble. Ya vamos a aterrizar y yo me muero del sueño. Gotta go.
Xoxo, B
Y así acaba. A veces mis entradas tienen muchos pensamientos diferentes y no hacen mucho sentido, pero estoy segura de que algo les resuena.
Este es el centro que visitamos en Dharamsala, se llama Norbulingka. Aquí buscan preservar la cultura y el arte Tibetano. Es un centro impresionante donde puedes ir a tomar cursos de prácticas ancestrales por meses o años, para conservar la tradición tibetana, que China tanto trata de desaparecer. Aparte de que es bellísimo y un lugar donde se siente paz, hay muchas actividades y muchas oportunidades para aprender.
¡Gracias por leer! Todo mi amor.
Xoxo, Stella.
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